El Papa Francisco predicó la misericordia y acogió a las ‘periferias’

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El Papa Francisco saludó a los fieles en la Plaza de San Pedro al final de la Misa de Domingo de Ramos en el Vaticano el 13 de abril 2025. (Foto de Vatican Media.)

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Por Cindy Wooden

CIUDAD DEL VATICANO — El Papa Francisco falleció el 21 de abril a los 88 años.

El Papa infundió un nuevo impulso a millones de católicos —y causó preocupación en algunos— al transformar la imagen del papado en un ministerio pastoral basado en encuentros personales y firmes convicciones sobre la misión, la pobreza, la inmigración y el diálogo.

El cardenal estadounidense Kevin J. Farrell, de la Santa Iglesia Romana, anunció el fallecimiento del Papa Francisco a las 7:35 a.m.

“Dedicó toda su vida al servicio del Señor y de su Iglesia”, declaró el cardenal Farrell en un anuncio transmitido por video desde la capilla de la Domus Sanctae Marthae, donde residía el Papa Francisco y donde se recuperaba de neumonía e infecciones respiratorias. Fue dado de alta del hospital Gemelli de Roma el 23 de marzo tras más de cinco semanas de tratamiento.

El Papa Francisco “nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente a favor de los más pobres y marginados”, afirmó el cardenal Farrell. “Con inmensa gratitud por su ejemplo como verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa Francisco al infinito amor misericordioso de Dios”.

El día antes de su muerte, el Papa se había presentado en el balcón central de la Basílica de San Pedro para impartir su bendición pascual “Urbi et Orbi” (a la ciudad y al mundo). Su voz era débil y le costó levantar el brazo para persignarse, pero después subió al papamóvil y se abrió paso entre la multitud en la Plaza de San Pedro.

El Papa Francisco solía ser práctico e incluso poético al hablar de la vida familiar, el medio ambiente y el ministerio en la Iglesia, pero también en esos ámbitos desató preocupación e incluso la ira de algunos católicos, convencidos de que intentaba cambiar la doctrina o la práctica de la Iglesia.

La popularidad inicial de su pontificado comenzó a verse contrarrestada por la cautela y las críticas de algunos sectores de la Iglesia, en particular debido a su apertura hacia los católicos homosexuales y hacia los divorciados y luego casados por lo civil. Si bien insistía en que no estaba cambiando la doctrina de la Iglesia, también insistía en que los católicos y sus parroquias debían acoger a todas las personas que buscan a Dios con un corazón sincero.

Su insistencia en la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, Portugal, en 2023, en que en la Iglesia hay espacio para “todos, todos, todos” se convirtió en una afirmación frecuente durante el resto de su pontificado.

Las imágenes icónicas del Papa Francisco fueron fotografías de él abrazando a los enfermos, lavando los pies a los presos y comiendo con los pobres.

En 2020, durante la pandemia de COVID-19, la imagen cambió a fotos del Papa Francisco, de pie, solo, en una vacía Plaza de San Pedro bajo la lluvia, verbalizando el miedo que sentían muchas personas, invocando la ayuda del Señor para poner fin a la pandemia y alzando el Santísimo Sacramento para bendecir la ciudad y el mundo.

El primer gran crisis de salud de su pontificado se produjo en julio de 2021 cuando, tras rezar el Ángelus dominical, acudió al hospital Gemelli de Roma para lo que el Vaticano describió como una cirugía de colon programada previamente. La operación, de tres horas de duración, incluyó una hemicolectomía izquierda, la extirpación de la parte descendente del colon, una cirugía que puede recomendarse para tratar la diverticulitis, cuando partes del intestino o el colon se inflaman o infectan. El Papa permaneció hospitalizado 10 días.

Dos años después, regresó al Gemelli para lo que el Vaticano describió como una cirugía para corregir una hernia. Fue trasladado al hospital el 7 de junio después de su audiencia general semanal.

A lo largo de su pontificado, ocasionalmente canceló eventos debido a episodios de ciática, un dolor agudo a lo largo del nervio ciático desde la zona lumbar hasta cada pierna. Sin embargo, a partir de finales de diciembre de 2020, también comenzó a tener dificultades con la rodilla derecha. Posteriormente, declaró que el problema se debía a una rotura de ligamentos y, a principios de mayo de 2022, usaba regularmente una silla de ruedas. El problema de rodilla también lo obligó a cancelar varios eventos y a posponer un viaje al Congo y Sudán del Sur, que finalmente realizó del 31 de enero al 5 de febrero de 2023.

La misericordia de Dios fue un tema constante en su predicación y tan central en su visión de lo que debe representar la Iglesia, que dirigió un Año Santo de la Misericordia extraordinario en 2015-16.

Elegido el 13 de marzo de 2013, el cardenal argentino fue el primer papa de la historia proveniente del hemisferio sur y el primer no europeo elegido en casi 1,300 años. El jesuita también fue el primer miembro de su orden en ser elegido papa y el primer miembro de una orden religiosa elegido en casi dos siglos.

Dedicó gran parte de los primeros nueve años de su pontificado a dos ambiciosos proyectos: revitalizar los esfuerzos de evangelización de la Iglesia —inspirando constantemente la difusión en lugar de preocuparse por los asuntos internos de la Iglesia— y reformar la administración central del Vaticano, enfatizando su papel de asistencia a los obispos de todo el mundo en lugar de imponerles políticas.

Su popularidad fuera de la Iglesia parecieron disminuir en 2018 debido a nuevas revelaciones sobre la magnitud de los abusos sexuales clericales en la Iglesia y a los esfuerzos de los obispos por encubrir el escándalo, así como a casos en los que, inicialmente, el Papa Francisco parecía más inclinado a creer a los obispos que a las víctimas.

El enfoque del Papa Francisco en el aspecto pastoral de su ministerio, y en el de todos los sacerdotes, lo llevó a abandonar elementos de protocolo e incluso preocupaciones de seguridad que lo habrían distanciado de las multitudes en sus presentaciones públicas; besó a miles de bebés, bebió el popular mate argentino siempre que alguien entre la multitud se lo ofrecía y abrazó con ternura a personas con discapacidades y deformidades.

En los primeros años de su pontificado, invitó a pequeños grupos de católicos —empezando por los jardineros y recolectores de basura del Vaticano— a unirse a él en su misa matutina en la capilla de su residencia, y sus breves homilías se convirtieron rápidamente en un vehículo principal para su enseñanza. Con una congregación promedio de menos de 50 personas, el ambiente íntimo le dio al Papa el espacio para ministrar de manera simple y directa, como lo hacen la mayoría de los sacerdotes del mundo.

Las misas matutinas se transmitían en directo durante los confinamientos más estrictos por la COVID-19 en la primavera de 2020; pero en mayo de ese año, el Vaticano dejó de cubrir sus liturgias diarias.

Ocho meses después de asumir el cargo, el papa Francisco publicó su exhortación apostólica, «Evangelii Gaudium» (“La alegría del Evangelio”), una visión detallada del programa de su papado y su visión para la Iglesia, en particular su alcance y su respuesta a los desafíos que plantea la cultura secular.

La fe, predicaba constantemente, debía mostrarse en el trato a los pobres y a los miembros más débiles de la sociedad. Denunció la trata de personas y convocó a fuerzas dentro y fuera de la Iglesia para cooperar en la lucha contra el tráfico de personas.

Sin contar una breve visita a Castel Gandolfo para reunirse con el papa emérito Benedicto XVI, el primer viaje del papa Francisco fuera de Roma fue para visitar a migrantes —muchos traídos a través del Mediterráneo por traficantes— en Lampedusa, una isla del sur de Italia a solo 112 kilómetros de Túnez.

Aunque inicialmente dijo que no le gustaba viajar e insistió en que no sería un trotamundos como San Juan Pablo II, realizó 47 viajes al extranjero, llevando su papado de cercanía a los centros del poder global, pero especialmente a las “periferias” de influencia y poder del mundo.

En su primer viaje a Estados Unidos en septiembre de 2015, el papa Francisco se convirtió en el primer papa en dirigirse a una reunión conjunta del Congreso. Definiéndose como “hijo de inmigrantes” —y señalando que muchos de los legisladores también lo eran—, abogó por una mayor apertura a la aceptación de los inmigrantes. A lo largo del viaje, planeado en torno al Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia, defendió el matrimonio y la familia, insistió que toda vida humana es sagrada e instó al pueblo estadounidense a trabajar unido para ayudarse mutuamente y ofrecer esperanza al mundo.

El estilo de vida sencillo del Papa Francisco, que incluyó su decisión de no vivir en el Palacio Apostólico y su preferencia por recorrer Roma en un pequeño Fiat o Ford Focus en lugar de un Mercedes sedán, envió un mensaje de austeridad a los funcionarios del Vaticano y al clero de toda la Iglesia. Reforzó este mensaje con frecuentes advertencias sobre las exigencias del Evangelio y el testimonio evangélico de pobreza y sencillez.

El Papa también enfatizó la importancia de la colaboración, o la consulta con sus hermanos obispos, y estableció un Consejo internacional de Cardenales para asesorarlo en la reforma de la burocracia vaticana y el gobierno de la Iglesia universal. El consejo llegó a tener nueve miembros, de los cuales nunca más de tres eran funcionarios del Vaticano.

El Sínodo Mundial de los Obispos cobró mayor relevancia bajo el papa Francisco, quien continuó las reformas iniciadas por el papa Benedicto XVI para garantizar que fuera un verdadero foro de debate y no solo un espacio para pronunciar discursos.

El papa Francisco convocó dos reuniones del Sínodo de los Obispos para centrarse en la pastoral familiar. La primera, un sínodo extraordinario, tuvo lugar en octubre de 2014, y una reunión más amplia se reunió en el Vaticano un año después. Aunque la mayor parte de la atención mediática se centró en las propuestas para facilitar el regreso a los sacramentos de algunas parejas divorciadas y vueltas a casar por lo civil, el papa Francisco insistió en que la agenda era mucho más amplia.

“El Señor nos pide que cuidemos de la familia, que ha sido, desde el principio, parte integral de su plan de amor para la humanidad”, dijo a los participantes en la Misa inaugural de la reunión de 2014.

En marzo de 2016, el Papa Francisco publicó su exhortación apostólica postsinodal, “Amoris Laetitia” (“La alegría del amor”), que insistió en que, dado que cada familia que ha experimentado una ruptura tiene una historia diferente, esas diferencias deben considerarse al determinar si dichas parejas eventualmente pueden acceder a los sacramentos.

El sínodo se reunió de nuevo en octubre de 2018 para centrarse en los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Tan solo cinco meses después, el Papa Francisco publicó “Christus Vivit” (“Cristo vive”), una carta conjunta dirigida a los jóvenes sobre su lugar en la Iglesia y un llamado a los miembros mayores de la Iglesia para que no desanimen el entusiasmo de los jóvenes, sino que les ofrezcan una guía amable cuando sea necesario.

Su siguiente sínodo fue la reunión especial de octubre de 2019, centrada en la Amazonía y en las maneras de brindar atención pastoral a una comunidad tan dispersa, a la vez que se protege a los pueblos indígenas de la región y se salvaguarda el medio ambiente. El Papa invitó al obispo Robert W. McElroy, de la Diócesis de San Diego, a participar en este sínodo.

La reflexión del Papa sobre el sínodo, “Querida Amazonia”, se publicó menos de cuatro meses después y contenía pocas ideas concretas para la acción. En cambio, el Papa Francisco llamó a los católicos a trabajar juntos para hacer realidad los “sueños” de una región amazónica donde se respeten los derechos de los pobres y los indígenas, se preserven las culturas locales, se proteja la naturaleza y la Iglesia Católica esté presente y activa con “características amazónicas”.

En octubre de 2021, el Papa Francisco inició un proceso de dos años de escucha a nivel local, diocesano y nacional en preparación para un sínodo universal centrado en trabajar “Por una iglesia sinodal: comunión, participación y misión”.

Si bien mantuvo la identidad del sínodo como una reunión principalmente de obispos de todo el mundo, el Papa amplió la participación nombrando a varias docenas de laicos, hombres y mujeres, como miembros con derecho a voto, que se reunieron en octubre de 2023 y octubre de 2024.

El ahora Cardenal McElroy, de la Diócesis de San Diego, fue uno de alrededor 350 participantes.

La plena participación de personas no episcopales no fue la única innovación: la primera reunión estuvo precedida por una vigilia ecuménica de oración y un retiro de tres días. La asamblea se trasladó a la Sala Pablo VI, donde los miembros se sentaron en mesas redondas y practicaron “conversaciones en el Espíritu”, dando a cada persona la oportunidad de hablar sin interrupciones y tiempo para orar antes de debatir lo escuchado.

Entre las dos asambleas sinodales, el papa Francisco retiró de la mesa, al menos temporalmente, algunos de los temas más complejos y delicados planteados en las sesiones de escucha y en la primera asamblea sinodal de 2023. En su lugar, creó diez grupos de estudio para abordar temas como el ministerio de las mujeres, la formación en seminarios, las relaciones entre obispos y comunidades religiosas y el papel de los nuncios. Se pidió a los grupos que elaboraran propuestas para presentar al Papa antes de junio de 2025.

Informó a los miembros del Sínodo que esas cuestiones requerían más tiempo, pero prometió que “esta no es la forma clásica de posponer decisiones indefinidamente”.

El Papa Francisco hizo un uso excepcional de las “canonizaciones equivalentes”: la práctica de simplemente declarar santo a una persona basándose en la devoción generalizada hacia ella, pero sin el requisito de verificar un milagro atribuible a la intercesión del candidato. En los primeros 13 meses de su pontificado, el Papa Francisco utilizó este proceso para crear cinco nuevos santos, incluyendo a uno de sus jesuitas favoritos, San Pedro Fabro, sacerdote del siglo XVI, uno de los miembros fundadores de la Compañía de Jesús.

También utilizó este proceso para la canonización del Papa Juan XXIII, quien inauguró el Concilio Vaticano II, y lo proclamó santo junto con el Papa Juan Pablo II. Nombró a varios santos modernos, incluyendo a los santos Óscar Romero y Teresa de Calcuta. Y anunció que canonizaría al beato Carlo Acutis, un joven genio de la tecnología, el 27 de abril, durante el Jubileo especial de los Adolescentes.

Cuando falleció el Papa, el Vaticano no había anunciado de inmediato qué sucedería con la canonización ni con los eventos del jubileo.

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