Perspectiva: ¿Qué hubiera pasado si los Reyes Magos hubieran tenido celulares?

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Por Ricardo Marquez

¿Qué hubiera pasado si los Reyes Magos hubieran tenido iphones y celulares Android? Seguramente no se hubieran dado cuenta de lo que sucedía en los cielos, no hubieran visto la estrella que brillaba en el firmamento. Se hubieran perdido el momento especialísimo de encontrarse con Jesús, José y María.

Allí donde pones tu atención y tu mirada, allí están tus intereses, tus deseos…tu corazón. ¿Qué nos puede pasar cuando pasamos largas horas pendientes de una pequeña pantalla? En general, ya conocemos los efectos: sedentarismo, obesidad, trastornos en el sueño, depresión, ansiedad…

Durante la pandemia se han acentuado las perturbaciones mentales y emocionales. La necesidad de ser escuchado, de estar cerca y de abrazarse se hace cada vez más profunda. No es extraño oír cuando abrazamos a alguien que nos diga: “Tenía días que no abrazaba a nadie”.

Alzar la vista, dejar de mirar una pantalla para mirar los cielos tiene un significado inspirador. Mirar hacia arriba, no para alejarse de la realidad, sino para volver a ella con nuevos ojos, ojos que después de haber contemplado la grandeza y la apertura de “lo de arriba”, regresan para mirar “lo de adentro” con admiración. Es en este movimiento de mirar hacia arriba y volver adentro que tomamos fuerzas y renovamos la esperanza. La luz de lo de arriba ilumina y hace ver las  posibilidades de lo humano. Llama la atención en el Evangelio que ante momentos especiales de la vida, Jesús levanta sus ojos al cielo (Jn. 17:1; Jn.11:41), tomando la inspiración y fuerza de su Padre, del Creador.

Durante el mes de enero celebramos la fiesta de la “Epifanía”. La revelación que tuvieron unos personajes (reyes y astrólogos) de culturas distintas a la judía que al mirar una estrella de un brillo poderoso en el cielo tuvieron la gracia de intuir que algo especial estaba sucediendo y que aquella estrella los guiaría hacia el origen de lo que la provocó.  Y así fue, se pusieron en movimiento, actuaron y llegaron hasta el lugar donde nació Jesús, lo conocieron y lo “adoraron”. Eso es lo que significa la palabra griega “Epifanía”, lo que brilla o se muestra (phaínein), por encima (epi) de la realidad.

Hoy le pedimos al Señor en nuestros momentos de silencio, contemplación y oración que nuestros ojos miren más allá de las pantallas de los teléfonos hacia el cielo, a la inmensidad, belleza y grandeza de la creación para renovar las esperanzas y ver con nuevos ojos la importancia de los pequeños detalles de nuestra vida cotidiana, los abrazos, las sonrisas, la gentileza y la ternura que nos iluminan y renuevan las ganas de vivir para servir.

Salgamos estos días en familia a los parques, a contemplar las mariposas y los pájaros; a ver los atardeceres y las estrellas; a compartir historias y cuentos alrededor de la mesa; a dar sorpresas llevándole comida a un hermano de la calle o visitar a un anciano solitario, serán momentos “estelares”, eventos luminosos, que nos llevarán al encuentro de lo grande que hay en cada uno, al Dios que nace y vive en nosotros…entonces habremos tenido nuestra “Epifanía” y levantaremos más a menudo nuestros ojos al cielo para dar gracias y expandir nuestra conciencia de ser todos “Uno con Él”.

 

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