Perspectiva: Ay Mamá, No Trabajes Tanto!

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Por Obispo Ramón Bejarano

SAN DIEGO — Decir que tengo una madre muy trabajadora es redundante, porque el trabajo de la mamá nunca termina. La pandemia nos ha hecho ver esto claramente. Muchas madres, aparte de cumplir con sus tareas diarias del hogar, se convirtieron en maestras, emprendedoras y enfermeras. Por si fuera poco, un gran número de ellas tuvo que seguir trabajando, ya sea desde casa o en su lugar de empleo. No puedo ni imaginarme lo complicado que se les puso cuando cerraron las escuelas y guarderías.

Todos reconocemos que la madre, aparte de ser muy trabajadora, tiene muchas otras cualidades y es una fiel acompañante. Ella está ahí cuando ríes, cuando sufres y lloras, cuando tienes hambre, cuando estás enfermo y cuando necesitas un consejo. Ella reza por ti y se desvela y angustia cuando ve que la cama de su hijo o hija adolescente sigue vacía. 

La pandemia nos robó muchos momentos especiales con nuestros padres. Muchos no pudieron verles por meses, o tal vez solo los vieron desde el otro lado de la puerta o por internet. 

Este año un buen número de padres dejaron esta vida para ir a la presencia de Dios. Fue tan difícil y doloroso para ellos como para nosotros. Muchas mamás no tuvieron la oportunidad de dar su última bendición a sus hijos, y los hijos no pudieron tomar sus manos y decirles lo mucho que las amaban. He escuchado varias historias de dolor, de vacío e incluso sentimientos de culpa por no haber podido estar ahí en esos últimos momentos. 

Sin embargo, este tiempo de Pascua nos renueva la esperanza de que Cristo, vencedor de la muerte, nos ha dado su vida resucitada, y de que en su promesa nos volveremos a encontrar con nuestros seres queridos. También renovamos nuestra fe en la comunión de los santos, y sabemos que no hay nada que nos pueda separar de aquellos a quienes más amamos, porque el amor es más fuerte que la misma muerte. 

Para quienes aun tienen a sus mamás aquí en la tierra, ojalá este año les puedan regalar el gozo de poder reunirse, de abrazarse y recibir su bendición maternal. Tal vez el mejor regalo que le puedes dar este año es vacunarte, para que así la protejas a ella y te protejas a ti, su más grande tesoro.

En este tiempo en que festejamos a nuestras mamás aquí en la tierra, también festejamos con mucho cariño a nuestra mamá del cielo. Como madre, ella conoce todas nuestras necesidades. Santa Teresa de Calcuta decía que en momentos de necesidad pidiéramos a la Virgen: “En este momento virgencita sé una mamá para mí”. Con confianza podemos acudir a ella en todo momento en que necesitamos la bendición de Dios, porque como dice San Luis de Monfort: «María es el camino más seguro, el más corto y el más perfecto para ir a Jesús».

¡Feliz Día de las Madres!

 

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