‘Los tiempos nos están gritando que hagamos ministerio distinto’

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La Canciller de la Diócesis de San Diego, “Marioly” Galván, compartió el siguiente discurso durante la Cena de Unidad el 12 de octubre en la parroquia Santísima Trinidad. La Comisión Hispana de la diócesis, conformada por líderes hispanos de parroquias, movimientos y apostolados, organiza este evento anual.

Cuando me llego la invitación de presentar en la Cena de la Unidad, fue motivo de mucho gozo y en verdad, me siento muy honrada de poder estar aquí frente a ustedes que son las manos y los pies de Cristo en sus comunidades parroquiales, en sus grupos y/o movimientos dentro de la Diócesis de San Diego. Así que permítanme iniciar dándoles las gracias a todos aquí presentes por todo su empeño y apoyo al ministerio Hispano.

En una noche como esta, donde nos encontramos todos juntos en la Cena de la UNIDAD- cabe recalcar que nuestra convivencia nos unifica, nuestra convivencia nos fortalece y nuestra convivencia nos enriquece. Este “Con-Vivir” nos llama a vivir en comunidad, a vivir en hermandad, a vivir la experiencia de acompañamiento con nuestras familias, con nuestras comunidades parroquiales, con nuestros grupos y movimientos.  La unión, la colaboración, la comunicación, el servicio autentico y desinteresado son pilares fundamentales para sobrellevar una pastoral de conjunto. Es esto lo que hace que seamos eficaces en nuestros esfuerzos pastorales de llevar la Buena Nueva, siendo discípulos misioneros que alegres y seguros van de que proclaman a un Dios Vivo, presente y misericordioso.

¿Porque enfatizo “Pastoral de Conjunto?” ¿Levanten la mano quienes están familiarizados con este concepto…?

Algunos…Bueno les explico, una pastoral de conjunto se entiende cómo una pastoral eclesial corresponsable por todo el Pueblo de Dios. Es decir, hacer ministerio de manera comprensiva e integral. Centrada en hacer crecer la comunidad eclesial en su acción profética, litúrgica, y en caridad.

Para conseguir este objetivo es necesario una armonía de acción evangelizadora entre los diversos ministerios y agentes de pastoral. No es un encuentro de competencias entre ministerios, grupos, apostolados o movimientos o quien trae el mejor temista o quien atrae más gente, o agendar eventos con el afán de opacar o superar los esfuerzos de otros grupos. Porque en lugar de dar pie a la difusión del Espíritu, y permitirle a El que trabaje libremente en todos nosotros, estamos propagando división. Estar compitiendo entre sí, no es una Pastoral de Conjunto.

En cambio, una Pastoral de Conjunto es un intercambio de dones entre personas, entre instituciones y vocaciones (laical, religiosa, sacerdotal), entre ministerios (tanto proféticos, culturales, como diaconales), y carismas (personales y comunitarios). Este intercambio armónico y responsable tiene lugar en los diversos campos de enseñanza, catequesis, celebraciones, con los enfermos, los pobres, los jóvenes, las familias, el trabajo, los emigrantes, los marginados, la cooperación misionera, etc.

El Ministerio Hispano en los Estados Unidos es responsabilidad de la Iglesia entera, uno de los frutos que surgió del proceso del Encuentro 2000 fue precisamente este….tanto así que la Pastoral de Conjunto encabeza el plan de desarrollo del Ministerio Hispano Comprensivo- propuesto por La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. ¿Cuantos sabían eso?  Y para regresar un poquito, y hacer un pequeño recorrido a la memoria histórica de nuestra iglesia, les voy a dar un paseo rapidito de como dio inicio el proceso del Encuentro porque este nos va a llevar al momento presente en nuestra iglesia.

El Proceso del Encuentro ha sido el gran catalizador para el desarrollo del ministerio hispano/latino en los últimos cincuenta años. Cada uno de los Encuentros anteriores han sido una experiencia renovadora que ha cambiado significativamente la manera en que la Iglesia responde a la presencia hispana, y la forma en como nosotros respondemos como Iglesia.

  • El proceso del “Encuentro” dio inicio en 1972 y fue en este primer encuentro donde de cierta manera, la comunidad Hispana salió del anonimato, y expresó sus necesidades, aspiraciones y contribuciones como bautizados viviendo en la iglesia en Estados Unidos. El fruto del primer Encuentro llevó a la creación de una Oficina Nacional para Asuntos Hispanos.
  • El Segundo Encuentro ocurrió (5 años después en 1977). Fue en este segundo encuentro que el Pueblo Hispano Católico diverso-pero unido por una fe, una historia, una cultura y una lengua se identificó. También se discernió un estilo de ser iglesia basada en una eclesiología de comunión y una opción preferencial por los marginados y los que viven en la pobreza. El fruto del segundo Encuentro llevó a la creación de 8 oficinas regionales para Asuntos Hispanos.
  • Ocho años después en 1985, tuvo lugar el Tercer Encuentro. Aquí, los hispanos elevaron su voz profética para articular una dirección clara a la respuesta pastoral de la iglesia a la presencia hispana, y su respuesta como iglesia. Después de esta consulta, se creó el Comité de Asuntos Hispanos en la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos y la visión quedó plasmada en el Plan pastoral Nacional del Ministerio Hispano (1987) proporcionándole así, una visión clara, a las diócesis y parroquias para responder a la creciente presencia hispana/latina.
  • La Cuarta ocasión que tuvimos un Encuentro, no lleva por nombre Cuarto Encuentro, sino Encuentro 2000, y para esta reunión, nos tocó (me refiero a los EEUU) ser anfitriones y compartir una experiencia de Encuentro con todas las culturas y razas que conforman la iglesia en los Estados Unidos. La visión fue de una iglesia donde todos son bienvenidos, reconociendo que somos peregrinos en esta tierra y estamos llamados a ser solidarios con Los Muchos Rostros en la Casa de Dios. Los frutos de este encuentro llevaron a que la Iglesia en los Estados Unidos reconozca y aprecie su diversidad cultural, a través de una experiencia de hospitalidad transformadora y un «nuevo Pentecostés”. También llevó a que ocurriera el Primer Encuentro Nacional de Pastoral Juvenil Hispana (2006) y abrió nuevos caminos pastorales en el ministerio hacia y con la juventud Hispana.
  • Y esto nos lleva al presente….a lo que se ha estado viviendo los últimos años y que seguimos adelante en este proceso del V Encuentro porque aún no termina. El V Encuentro Nacional Hispano de Pastoral nos anima a continuar nuestra marcha como Pueblo de Dios, a elevar nuestra voz profética una vez más y a discernir las prioridades y estrategias pastorales más adecuadas para nuestro tiempo.

A través del proceso de consulta, unado a las experiencias que se han vivido con personas de distintos ministerios, edades y participación a nivel parroquial, diocesano, regional y nacional, han surgido muchísimas propuestas pastorales para el ministerio Hispano a la luz de las necesidades palpables en nuestras parroquias, diócesis y en nuestra nación.

Dado el tiempo, me voy a concretar a compartir algunos puntos esenciales en tres áreas primordiales: La Familia, Los Jóvenes y la Formación de Líderes Eclesiales Laicos.

LA FAMILIA

Empecemos con la Iglesia Doméstica-la familia. Dentro del núcleo familiar existen una variedad de realidades que atañen los vínculos familiares como por ejemplo:

La situación de emigración- hago un paréntesis aquí porque es una realidad que se respira y transpira en nuestro día a día. Somos una iglesia fronteriza, nuestra diócesis tanto en el condado de San Diego como en el Condado Imperial es vecina de México. Por lo tanto, la demográfica de nuestro país y más prominentemente en la área suroeste de los estados unidos vemos la populación de Hispanos/Latinos más alta. Muchos viviendo en temor de no saber si regresaran a casa o si volverán a ver a sus seres queridos. Otros se limitan a salir, a compartir y por qué no decirlo, hasta vivir plenamente por ese temor. Es un agobiamiento  constante que afecta la dinámica familiar en su totalidad.

Es una crisis donde la separación de familias deja estragos de soledad, impotencia, coraje, desaliento y debemos estar acompañándoles. Porque el Evangelio así nos los dicta. Somos una iglesia rica en diversidad cultural, donde no hay cabida para la superioridad cultural, la indiferencia o el racismo. Nuestra comunidad Hispana al igual que las demás culturas que forman parte de nuestra comunidad eclesial, tienen derecho de vivir dignamente, por lo tanto nuestra posición es y siempre será una en solidaridad con nuestros hermanos y hermanas. Y esto debe de trasmitirse en nuestras acciones y respuestas pastorales.

Otro punto que se resaltó es la falta de formación en casa. Los catequistas primordiales no están bien formados en su fe y existe un cierto desapego. Por lo tanto, los valores se están perdiendo…ya no hay dialogo en familia. Pocas familias se sientan alrededor de la mesa para comer, mucho menos para orar. Estamos viendo situaciones con familias donde batallan para relacionarse con sus hijos. ¿Por qué?

Muy sencillo…hoy en día, no es ningún misterio, cuesta mucho vivir y en nuestra parte del mundo aquí, es muy caro. ¡La realidad es que muchas de nuestras familias Hispanas, ambos padres trabajan y a veces múltiples trabajos para subsistir, proveer a sus familias y con mucho esfuerzo, darles a sus hijos una buena educación! Tanto Mamá y Papá trabajan, llegan cansados tal vez con horarios variantes donde no se da la oportunidad de “estar” en familia. Pero también, existen casos donde hay apatía por la fe.

¡Ah pero no haya un Clásico de las Chivas y América el domingo por la mañana porque ahí sí, hay reunión familiar y hasta carne asada!

Y la verdad, es que muchos solamente se acuerdan de Dios cuando están necesitados entonces sí, quieren bajar toda la corte del cielo pero mientras todo marcha bien, no hay tiempo.

Y es ahí, donde también por la misma falta de formación, muchas familias al buscar los “sacramentos” buscan la manera exprés. ¡Lo quieren en corto tiempo, lo que resulte más fácil, práctico, rápido y ya listo! Entonces, que pasa…existen comunidades obvio, no católicas pero se dicen llamar “católicas” que facilitan la recepción de los sacramentos, y si yo no estoy bien empapado en mi fe y me dejo llevar por la imagen que tienen colgada de Nuestra Señora de Guadalupe y veo a San Judas Tadeo, Santo Niño de Atocha, y a todos los santos habidos y por haber ahí en ese lugar, yo diría…pues sí, debe ser católica.

La Iglesia Doméstica, los padres de familia son una prioridad para nosotros. Nuestros esfuerzos deben reafirmarse para educar, y evangelizar a las familias. Y esto ha sido y sigue siendo una área de gran prioridad de ministerio para nuestra comunidad Hispana. En el 2016, se llevó a cabo un momento histórico en la vida de nuestra iglesia local,  se desarrolló un proceso sinodal sobre el tema de la familia.

Representantes de cada iglesia en nuestra diócesis fueron invocados al igual que representantes del clero, teólogos u otros expertos para desglosar y discernir las necesidades que surgieron del pueblo. Su fruto, fue la creación de la oficina de Vida Familiar y Espiritualidad. Nuevamente, vemos aquí el enfoque de nuestra diócesis de abrigar las necesidades familiares no solo pastorales sino también espirituales.

Tercer punto, se habló de la falta de sacerdotes hispanos en nuestras comunidades. Bueno, que fácil sería poder ir a la tienda y escoger los sacerdotes con todas las cualidades que deseamos…haber… que sea pastoral, paciente, que de buenas homilías, que sea accesible, que escuche a su pueblo… etc. etc. etc….Aquí les tengo la respuesta: sabemos que los sacerdotes no se dan en maceta, no se escogen de una tienda sino que las vocaciones sacerdotales inician dónde….en la Iglesia Doméstica. Si ustedes quieren buenos sacerdotes, fomenten las vocaciones en sus hogares, a temprana edad con sus hijos para que aprendan más sobre la vida sacerdotal o religiosa.

De hecho, en nuestro seminario, tenemos a 21 jóvenes en distintos niveles de formación teológica…¡Diez de ellos, son hispanos! ¡Bendito Dios! Hay que seguir orando y apoyando. Pero aun así, debemos unir nuestros esfuerzos como Iglesia que somos de inculcar una cultura vocacional entre nuestros pequeños, jóvenes y más importante aún, con nuestras familias. Porque ahí, es donde nacen las vocaciones.

LOS JÓVENES

La mayoría de los católicos son jóvenes hispanos menos de 35 años de edad. ¿Dónde creen ustedes que debemos de enfocar nuestras energías, nuestros presupuestos y nuestra atención?  ¡El momento está ya! No en el futuro-porque tenemos que preparar a nuestros jóvenes hoy para que puedan liderar con capacidad nuestra iglesia del mañana.

Precisamente, nuestro Obispo Robert McElroy ha llamado un Sínodo de Jóvenes particular en nuestra diócesis. Es el segundo sínodo que se lleva a cabo en nuestra diócesis y en base a lo que se ha comentado no solo durante el proceso sinodal sino también durante el proceso del V Encuentro es de proporcionarles un espacio a nuestra juventud de formación, y me refiero una formación sólida que les permita cuestionar. Necesitan sentirse acogidos, que son bienvenidos y sobre todo que se les reciba con autenticidad en todos los aspectos.

Reconociendo si, que somos una Iglesia imperfecta, pero que seamos coherentes en lo que profesamos y hacemos. Nuestros jóvenes no quieren respuestas pre-fabricadas- están buscando verdad, y nosotros tenemos las herramientas, sabemos que la palabra de Dios es verdad, el problema está que no sabemos tal vez como darlo a conocer. Nos sentimos intimidados por estos jóvenes, pero en realidad, ellos al igual que todos nosotros tenemos preguntas y simplemente buscamos respuestas. Y si las respuestas que damos, están a medias, ellos seguirán indagando hasta encontrar lo que están buscando. Lamentablemente, muchas veces es fuera de la Iglesia Católica. Entonces vemos ahí como tantos de nuestros jóvenes se apartan del Catolicismo porque nunca aprendieron bien sobre su fe.

Necesitamos darles a nuestros jóvenes la oportunidad de vivir el Evangelio personalmente. A ellos les motiva mucho una Iglesia que abogue, que salga a las periferias, que participe activamente en las áreas de la pastoral social. Sentir que están haciendo el bien de una manera pastoral pero activa, así sea, preparar comida para los homeless, visitar a los encarcelados, ayudar a construir viviendas. Todo eso nutre la fe de nuestros jóvenes porque la ponen en acción.

Hicieron un reporte recientemente una editorial llamada St. Mary’s Press y en ese reporte llamado «Going, Going, Gone… «(Traducido a «Se Va, Se Va, Se Fue:») se habló de la edad en la cual la mayoría de los  jóvenes se desafilian de la Iglesia… ¡Sorprendentemente, a los 13 años!

Seguramente han visto como han incrementado los incidentes de enfermedades de salud mental, suicidios, depresión y soledad en nuestros jóvenes. Estos son los síntomas de la desconexión existencial y antropológica, en otras palabras, la falta de interacción humana porque hoy en día todo se trata detrás de una pantalla. Y la vida se mide a través del número de seguidores en Instagram, los “likes” en Facebook, y los comentarios o reacciones en Snapchat, y no sé cuántas redes más. Hay una hambre de ser vistos, de ser escuchados pero no lo saben ubicar. Añoran acompañamiento y nuestros jóvenes nos lo están diciendo. Las estadísticas nos lo dicen….13 años.

Debemos proveerles un espacio en la mesa a nuestros jóvenes. Invitarlos a que participen, muchas veces una invitación hace la diferencia. Una invitación, a la edad de 13 años si no es que más chica, fue la que me llevó a enamorarme del ministerio de catequesis. Una invitación, les aseguro, que esa persona, quien fue mi catequista, jamás se hubiera imaginado, lo que una simple invitación a servir al Señor fuera a despertar en mí.

Además, de tener el apoyo de mi familia que siempre me han inculcado valores teniendo siempre a Cristo al centro de nuestra vida. Y para la gloria de Dios, aquí tienen a su servidora. Nunca subestimen el poder de una invitación, pero háganlo con alegría, que en verdad se sienta la invitación.

Queremos atraer a nuestros jóvenes, no queremos que se vayan, entonces reconozcamos sus necesidades, preparémosle un lugar en la vida de la Iglesia, proporcionándoles oportunidades de formación pero también de liderazgo. La Iglesia hispana es joven, pero si no atendemos a ellos hoy, estaremos haciéndole un gran daño a nuestra Iglesia al no afirmar sus dones, sus talentos y sobre todo si nos falta su presencia.

Esta área es multifacética en sus necesidades de formación. En toda la nación resultó y nuestra diócesis no es la excepción de que existe una enorme necesidad de proporcionarles a nuestros líderes eclesiales, y estos incluyen los lideres parroquiales, los grupos apostólicos y, los movimientos una concientización del discipulado misionero. Hemos visto un reto muy grande, en cómo se confunde el liderazgo con mandar y el espíritu del servicio está ausente.

El servicio y el discipulado van de la mano, y para poder ser líder, primero hay que saber seguir. Hay que aprender a servir para poder guiar y liderar a otros.  Aquí de manera particular, vemos no solo la necesidad de formación teológica, pastoral y espiritual pero también, la necesidad de desarrollar y fortalecer estructuras para el ministerio hispano a la luz de la Nueva Evangelización y una Pastoral de Conjunto.  Esto significa, como lo mencionaba al principio, unión, colaboración y comunicación con las estructuras impuestas–llámenle diócesis, parroquia o su párroco. Los parámetros y estructuras se establecen precisamente porque son necesarias para la organización del ministerio pastoral.

LA FORMACIÓN DE LÍDERES ECLESIALES LAICOS

La educación de líderes ministeriales y su desarrollo integral es esencial para que puedan desempeñarse con una capacidad avanzada en posiciones de liderazgo parroquial. Y una parte fundamental es de reconocer y apreciar la diversidad cultural que nos rodea, y para ello se requiere desarrollar competencias interculturales.

Nuestras comunidades hispanas son tan diversas y dentro de la belleza de su complejidad, también existen retos, mismos que seguramente los han enfrentado ustedes ya sea personalmente o por medio de personas a las cuales ustedes han servido a través de sus ministerios. Hemos presenciado por medio de las celebraciones multiculturales en nuestra diócesis, dirigida por nuestro vicario general el Padre Michael Pham en colaboración con los líderes culturales, la riqueza de la diversidad dentro de nuestras comunidades.

Tenemos experiencias culturales, riqueza en el idioma, como también valores familiares, y tradiciones religiosas que nos definen y al compartirlas nos enriquecen. Y en realidad, el acompañamiento es lo que hace que nos enfoquemos más en las similitudes que las diferencias, entre culturas, entre personas. Esto se llama ser GENTE PUENTE. El desarrollo y la formación de líderes eclesiales constituyen no solo un desarrollo humano integral, sino avivar la sensibilidad pastoral para responder a las necesidades de nuestro pueblo.

Para concluir, inicié el tema de esta noche enfatizando la importancia de la convivencia, y cómo esta nos unifica, nos fortalece y nos enriquece como el Pueblo de Dios que somos. Porque si no convivimos como la comunidad del cuerpo de Cristo que todos y cada uno de nosotros conformamos, no podremos acompañar- ni superar- ni ayudarles a las personas a las que servimos si no trabajamos juntos. Es un llamado a la convivencia integral y agrego a esto una convivencia ministerial.

Por lo tanto, los invito a que conversen y que continúen la charla entre sus grupos, entre sus ministerios, entre sus comunidades parroquiales de cómo podemos adoptar una Pastoral de Conjunto y tal vez esto lleve un esfuerzo más intencional, algo que seguramente podrían desglosar más en la Comisión Hispana.

Lo que es seguro es que no podemos seguir haciendo ministerio como lo hemos hecho de antaño, los signos de los tiempos nos están gritando que hagamos ministerio de presencia, con intencionalidad frente a los nuevos retos que nos están afectando a la comunidad que somos.

El proceso del Encuentro nos los dice claramente, en los pasados 50 años que se han hecho estos procesos de consulta, se han manejado distintas propuestas para el mejoramiento de cómo hacer ministerio para el pueblo Hispano. Sin embargo, a veces somos demasiados lentos para actuar. Lo que les he compartido hoy, espero que resuene en sus corazones. Que no caiga en oídos sordos.  Si no actuamos y no hacemos lo que está de nuestra parte hoy para evangelizar, apoyar, acompañar a nuestras familias, a empoderar y formar  a nuestros jóvenes, a inculcar una cultura vocacional dentro de nuestros ministerios y nuestras familias, y a tomar las oportunidades de capacitación de liderazgo parar formar lideres misioneros, no vamos a tener un resultado diferente en el futuro.

El reto más grande y digamos, “oportunidad” porque un reto es una oportunidad de hacer algo mejor, es el saber colaborar y no competir entre nuestros ministerios. Alejarnos del espíritu del territorialismo, que lo tuyo es lo tuyo y lo mío es lo mío. Sigamos a Cristo y solo a Él. Adoptemos el liderazgo que Él nos modeló, un liderazgo basado en el discipulado del servicio.  Una Pastoral de Conjunto, es eclesiología de comunión.  De trabajar con otras personas que nos ayuden a ser mejores y más efectivos en la misión de Cristo porque al final del día, estamos aquí para servirle a Él y hay que recordar eso siempre en nuestras familias y nuestros ministerios, y en nuestras comunidades–es una misión compartida la que llevamos adelante.

Somos Discípulos Misioneros, Gente Puente, una Iglesia en Salida que gozosamente va a proclamar con alegría la Buena Nueva, seguros de que proclaman a un Dios Vivo y Presente en cada uno de nosotros.

¡Muchas gracias!

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