Participantes de reunión nacional comparten historias dolorosas, esperanzas de inclusión

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CHICAGO— El último día de una reunión católica nacional  para líderes de ministerios culturalmente diversos y adultos jóvenes comenzó con un servicio de oración que incluyó música de adoración africana y oraciones en varios idiomas, incluyendo algunos idiomas de África y Medio Oriente.

La buena energía de los participantes reunidos en el evento «Vivos en Cristo: Voces Jóvenes, Diversas y Proféticas Caminando Juntas» era evidente.

Las conversaciones se centraron en los próximos pasos en un proceso que tomará varios años y cómo los líderes ministeriales pueden llevar su aprendizaje a sus parroquias, centros, y organizaciones.

Para muchos, como Semret Hailemariam, miembro de la comunidad católica eritrea del Rito Ge’ez, este proceso ha ayudado a construir puentes entre su comunidad católica y otras.

«Todo este proceso ha sido iluminador. Nunca hubiéramos tenido la oportunidad de compartir sobre nuestra rica liturgia, historia, y cultura si no hubiera sido por la invitación», expresó Hailemariam, que previamente sirvió como líder cultural en la Diócesis de San Diego.

Los grupos culturalmente diversos representados fueron: asiáticos e isleños del Pacífico, negros y afroamericanos, europeos americanos, hispanos y latinos, nativos americanos y nativos de Alaska, así como inmigrantes, refugiados, y viajeros.

Unas 325 personas participaron en el evento nacional y unas 150 diócesis estuvieron representadas, además de organizaciones católicas nacionales, colegios y universidades, ministerios universitarios y movimientos apostólicos.

Los líderes de grupo compartieron los temas y sugerencias que resonaron en sus discusiones y planificación en las áreas de memoria histórica e inclusión, diversidad y superdotación, acompañamiento práctico y posibilidades de formación.

Las sugerencias y conclusiones de la reunión serán recopiladas y ofrecidas como recursos a diócesis, escuelas, organizaciones católicas, y movimientos apostólicos.

«La exclusión es dolorosa. Nadie quiere ser excluido de algo, por lo que tratamos de ser inclusivos con todos y tratamos de darles a todos la oportunidad de participar», señaló un participante de Detroit.

Su grupo ofreció sugerencias, incluyendo la búsqueda de oportunidades para invitar a la diversidad a las parroquias y capacitar a los seminaristas para trabajar con comunidades culturalmente diversas.

Con respecto a la práctica de acompañamiento, otro líder de grupo dijo: «Hemos visto y hemos sentido el daño y el dolor que proviene de las parroquias y los párrocos que se niegan a ver nuestros dones, se niegan a tomarse el tiempo para escuchar, y se niegan a vernos a cada uno como adultos jóvenes amados. Este daño debe abordarse».

Otras ideas expresadas incluyeron la necesidad de acompañar a los adultos jóvenes y a las comunidades culturalmente diversas; la necesidad de que las culturas estén representadas en las liturgias; apertura a nuevas formas e ideas en el ministerio; formar identidades católicas; y fomentar oportunidades de liderazgo entre jóvenes y adultos jóvenes.

Los diálogos sostenidos a lo largo de la reunión incluyeron algunas conversaciones difíciles y el compartir experiencias dolorosas del pasado, pero también tuvieron los bálsamos curativos de un viaje compartido y el sentirse reconocido y escuchado por una comunidad solidaria con diferencias y similitudes.

Algunos lo compararon con una reunión familiar de Acción de Gracias. Durante un diálogo con obispos y líderes laicos, el obispo Oscar Cantú de San José, California, comparó las conversaciones con una reunión familiar alrededor de la mesa, que, a veces, puede tornarse complicada.

«Ahí es donde se juntan las familias, y ahí es donde se nutren las familias», indicó el obispo Cantú. «Ahí es donde se prepara la comida. Una comida de cordero, un cordero suntuoso, y un pan digno de los ángeles y de la humanidad».

En cuanto a los próximos pasos en el camino, es esencial ir más allá de mandar informes sobre la reunión a los obispos, agregó el obispo Larry Silva de Honolulu. Animó a los presentes a llevar las lecciones aprendidas más allá de sus parroquias: a sus comunidades.

«Siempre tenemos que hacer la pregunta de quién no está en la mesa y estar abiertos a traerlos», dijo el obispo Silva.

Otro obispo expresó su interés en continuar con los esfuerzos de comunicación desarrollados durante el proceso «Caminando Juntos».

Diana Hancharenko, presidenta del Equipo Asesor Nacional sobre el Ministerio de Adultos Jóvenes que sirve al Comité de Laicado, Matrimonio, Vida Familiar y Juventud de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, agradeció a los obispos que asistieron a la reunión y señaló que muchos obispos estaban ausentes.

También resaltó la necesidad de estar presentes y trabajar juntos.

Según la USCCB, solo 17 obispos estuvieron presentes en el evento. Y, según los informes, unos 60 obispos se han unido a las conversaciones durante el proceso «Caminando Juntos».

El proceso comenzó hace dos años, inspirado por la exhortación del papa Francisco de 2019 sobre los jóvenes, «Christus Vivit», y el Sínodo de los Obispos de 2018 sobre los jóvenes.

La iniciativa de la USCCB también buscó iniciar un encuentro, diálogo, acompañamiento, y respuesta pastoral a las esperanzas y desafíos de jóvenes culturalmente diversos.

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