Catequistas reflexionan en su labor que ‘hace la diferencia en la vida’

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Hay más de 2,650 catequistas en la Diócesis de San Diego, cada uno con su historia personal de ser llamado a este ministerio esencial, a llevar a otros a un conocimiento más profundo sobre Jesús y la fe católica, y de sentirse bendecido de ser parte de todo esto. He aquí algunas de sus voces.

Irma y Carlos Ortiz, Parroquia San Antonio de Padua de Imperial y Misión Sagrado Corazón de Heber
Mi esposo fue quien escuchó el llamado a servir impartiendo catecismo hace más de 11 años. Yo me resistía, pues pensaba que no estábamos preparados para ello. Nunca me imaginé que llegaría a amar tanto este ministerio que Dios nos envió. Comprobé lo cierto de la frase: “Dios no elige a los preparados, Dios prepara a los elegidos”.

Se ha convertido en una de las más hermosas bendiciones que tenemos como pareja. Dios nos dio solamente un hijo, pero nos ha enviado muchos jóvenes para tener el privilegio de ayudarlos a conocer a Jesús e incrementar su fe. Al principio, nuestra idea era un grupo de primer grado, pero el Señor nos envió adolescentes de octavo grado y, durante la pandemia, grupos de preparación sacramental (Eucaristía y Confirmación) por Zoom.

Es muy gratificante ver como los alumnos se transforman durante el curso catequético, su relación con Jesús aumenta y la semilla está en su corazón. Si alguna vez alguien te dice que a los jóvenes no les interesa aprender sobre Dios, no es nuestra experiencia. Ellos siempre andan en busca del Señor, aunque a veces no lo sepan. Solo es cuestión de darles la oportunidad.

Definitivamente el hacer la diferencia en la vida de un joven y el colaborar con Dios en su plan de Salvación, ¡no tiene precio!

Petra G. Díaz, Parroquia San Pedro Apostol, Fallbrook

Cuando llegamos en 1976 a la parroquia de San Pedro Apostol había servicios en inglés en una área rural con muchas familias hispanas. Nos unimos y formamos el Consejo Parroquial y logramos los servicios en español. Así empezamos a formar los demás ministerios. 

Participé en todos ellos, solo faltaba la catequesis y con otras dos señoras empezamos un pequeño grupo de niños. Llegamos a tener hasta 400; y este año pasado tuvimos 203 estudiantes. En el grupo de matrimonios tenemos más de 150 parejas, y aparte grupos de oración, jóvenes, evangelización y catequesis, etc.

Para Gloria del Señor, ahora tenemos una comunidad dispuesta a servir, aprender y agradecer las bendiciones derramadas.

Al decidir mi retiro después de 42 años, no tengo más que dar gracias a los sacerdotes que sirvieron en esta comunidad. Gracias a los catequistas que han trabajado conmigo, unos por más de 30 años. Gracias a mi familia por su amor y comprensión.

Gracias a Dios, se cumplió mi sueño de ser maestra. Una catequista siempre catequista. ¡Voy a seguir de ayudante!

Mauro Reséndiz Sánchez, Parroquía Santa María, Escondido

Soy catequista desde los 18 años de edad, llevo 12 años sirviendo en el ministerio de evangelización catequética. Empecé dando catecismo en RICA y después clases de Confirmación y Comunión de adolescentes.

¿Porque decidí ser catequista? Todo empezó cuando me faltaba mi Primera Comunión y a los 18 años decidí entrar a RICA. Me fascinó la forma que mis catequistas enseñaban con tanto amor, humildad y dedicación, siempre con una sonrisa grata para todo el salón de clase. Después de mi Primera Comunión decidí por gracia de Dios entrar en este llamado tan especial catequético.

Al ser catequista puedo compartir mis dones, frutos, carisma y talentos con los demás. Y así mismo evangelizar mediante la catequesis a los que están hambrientos y sedientos de conocer a Cristo y sus enseñanzas y lo que nos dejó en la Santa Madre Iglesia Católica. El ser catequista me convierto en otro Cristo más en medio de la multitud, saciando las necesidades espirituales. Ser catequista es mi vocación.

Erica Manjarrez, Parroquia Holy Spirit, San Diego

Estoy casada, tengo una hija y soy ama de casa. Lo que me inspira en mi vocación como catequista es ver la necesidad del pueblo de Dios por conocer el amor verdadero, el amor de Cristo.

Veo esta vocación realizarse, en las caras de las familias, especialmente en los niños, cuando dan una acción de gracias con una sonrisa alegre por el acompañamiento y enseñanza espiritual y moral que les puedo ofrecer como ese instrumento de Cristo.

Trato de realizar esta vocación en mi diario vivir como esposa, madre, hija, hermana y laica comprometida, sirviendo y acompañando a las personas que Dios pone en mi camino connecesidad del amor de Cristo.

Para poder ejercer mejor el ministerio pastoral de evangelización catequética, lucho por llevar una vida en gracia, estar en constante oración y alimentándome de la palabra de Dios, del cuerpo de Cristo y pidiendo a nuestra Madre María por las necesidades del prójimo. Todo esto para glorificar a Dios.

 

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