Arzobispo: Ucrania está siendo ‘crucificada ante la mirada del mundo’

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FILADELFIA — Ucrania está «siendo crucificada ante la mirada del mundo», expresó el jefe de la Archieparquía católica ucraniana de Filadelfia.

Hablando por teléfono desde París con CatholicPhilly.com el 24 de febrero — día en que las fuerzas armadas rusas invadieron Ucrania — el arzobispo metropolitano Borys Gudziak manifestó que la invasión está diseñada para «destruir el estado ucraniano e instalar un sistema autoritario en un país de 44 millones de personas».

Después de meses de posicionar hasta 190,000 soldados en las fronteras de Ucrania con Rusia y Bielorrusia, la invasión desde el este, el norte, y el sur inició lo que el asesor presidencial ucraniano Mykhailo Podolyak llamó «una guerra a gran escala en Europa».

Los ataques aéreos y las explosiones cerca de varias ciudades importantes de Ucrania — incluyendo su capital, Kiev — han provocado que los civiles huyan, aterrorizados. El ejército ucraniano informa que ha perdido al menos 40 miembros hasta el momento, con un número no especificado de víctimas civiles.

El arzobispo Gudziak, quien pasó varios días en Ucrania antes de viajar al Vaticano y a París, se reunió con el personal de la embajada de Ucrania en Francia en la mañana del 24 de febrero, momento en el que había «un avance a través de la frontera ucraniana en ocho lugares,» él informó.

Dicho avance continúa lo que el arzobispo Gudziak y los obispos católicos ucranianos en Estados Unidos describieron anteriormente como «una guerra de ocho años liderada por el Kremlin», que empezó desde la anexión de la península ucraniana de Crimea por parte de Rusia en 2014.

Ese mismo año, los separatistas, respaldados por Rusia, proclamaron las regiones orientales de Donetsk y Luhansk — conocidas en conjunto como Donbas — como «repúblicas populares» independientes. Esta medida se produjo solo 23 años después de que Ucrania obtuviera su independencia tras el colapso de la Unión Soviética, de la que había sido parte.

Desde 2014, los enfrentamientos, los bombardeos, y los ataques de francotiradores se han vuelto habituales en el este de Ucrania.

Naciones Unidas informó de casi 1.5 millones de desplazados internos en el país a partir de 2021, más de 3,300 civiles muertos, y más de 7,000 civiles heridos entre abril de 2014 y marzo de 2020. Se estima que entre 14,000 y 15,000 personas han muerto en el conflicto hasta la fecha.

La última agresión de Rusia indica una clara «intención de ocupar la capital y derrocar al gobierno», señaló el arzobispo Gudziak.

Sin mencionar el arsenal nuclear de su país, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha declarado que los países que intenten intervenir enfrentarán «consecuencias nunca antes vistas».

Esta «invasión amplia y escalada . . . provocará la muerte de miles y el sufrimiento de millones», dijo el arzobispo Gudziak.

La «resistencia ucraniana es valiente», acotó, pero «según varios parámetros, ya sean presupuestos, militares, equipos, o soldados, las fuerzas armadas rusas son entre cinco y diez veces más grandes que las de Ucrania. Sus armas son más sofisticadas, y todo eso está respaldado por un arsenal nuclear».

Habiendo hablado con «personas en diferentes partes del país» el 24 de febrero, el arzobispo Gudziak dijo que los ucranianos están «tratando de mantenerse firmes . . . pero la avalancha de refugiados ya está comenzando a estas alturas. Las carreteras están completamente llenas».

La «enorme escala» de la «crisis humanitaria» que se está desarrollando . . . fue predicha, algo de lo que los funcionarios ucranianos han estado hablando durante meses y años, indicó el arzobispo Gudziak.

A pesar de la diplomacia frenética y las sanciones de los funcionarios occidentales, «en los últimos ocho años», Rusia «ha recibido una bofetada y no mucho más», acotó.

El arzobispo Gudziak señaló que Ucrania había renunciado voluntariamente a su arsenal nuclear — el tercero más grande del mundo en ese momento — como parte del Memorando de Budapest de 1994, a través del cual Estados Unidos, Rusia, y Gran Bretaña se comprometieron a «respetar la independencia y la soberanía y las fronteras existentes de Ucrania» y a «abstenerse de la amenaza o el uso de la fuerza» contra Ucrania.

Ahora, dijo el arzobispo Gudziak, «uno de los signatarios (Rusia) es violador del trato».

Las naciones occidentales necesitan «un examen de conciencia», dijo. «¿Cómo (ellos) se mantuvieron al margen y observaron lo que estaba ocurriendo en Ucrania durante los últimos ocho años? ¿Creyeron (ellos) a las voces provenientes del país? ¿ (El Occidente) se dejó influir por la propaganda, la seguridad, y las mentiras de un cínico líder neo imperialista?»

«(Un) apego a la comodidad (y) una pérdida de comprensión de la naturaleza humana y las profundas consecuencias del pecado» han influido en la vacilación del Occidente para intervenir más plenamente a lo largo de los años, agregó.

La Iglesia Católica ucraniana, de rito bizantino, ha sufrido históricamente «cada vez que un régimen ruso, ya sea zarista, comunista, o putiniano, ha ocupado territorio ucraniano», dijo el arzobispo Gudziak. «De 1946 a 1989, bajo el gobierno comunista ruso, la Iglesia Católica griega de Ucrania fue la iglesia ilegal más grande del mundo».

Si bien, actualmente, no anticipa «ningún tipo de ejecución sistemática de obispos y sacerdotes», el arzobispo Gudziak advirtió que «no debería haber ingenuidad. No hay reglas aquí; solo hay codicia cruda y ansias de poder».

Al mismo tiempo, «prevalecen la fuerza de la verdad, la fuerza del Evangelio, y la fuerza del auténtico testimonio cristiano», expresó, aunque «conlleva muchas veces un vía crucis (ya que) la resurrección va precedida de una muerte.»

Ucrania misma da fe de esa realidad, dijo.

Aunque la nación «soportó un gobierno despótico en el siglo XX», con unos «50 millones de muertos . . . llegó una nueva vida y vendrá una nueva vida», afirmó el arzobispo Gudziak.

«Confiamos en que la historia está en manos de Dios», dijo. «Ayer . . . oré por el presidente Putin y por Rusia, por la conversión de los corazones de los que hacen la guerra y usan la violencia para subyugar y denigrar a los demás. Bienaventurados los pobres, los que sufren, los que son invadidos, los que son violados, que en el nombre de Cristo puedan soportar esto».

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